viernes, 20 de febrero de 2015

Mi gran noche




Qué pasará, qué misterio habrá,
puede ser mi gran noche…
                 

 Mi gran noche, Raphael


Cuando era niño la canción cuyos versos sirven de epígrafe para estas líneas me daba miedo (hoy me sigue dando pero por motivos muy diferentes). Me preguntaba qué vería aquel hombre al amanecer, qué sería aquello que no conocía y que al parecer lo trastornaba tanto. Tratando de desentrañar el misterio me enfrentaba a góticas escenas de puertas cerradas, oscuridad, violines cantores y luego a la voz, la extraña voz de Raphael siempre a un milímetro de la carcajada histérica:

Será, será, esta noche
ideal que ya nunca se olvida.
Podré reír y soñar y
bailar disfrutando la vida...

Cuando los espléndidos metales de la canción llegaban al clímax veía a un hombre araña de traje negro descendiendo de una iglesia adornada por gárgolas travestis. Todavía, de vez en cuando, sueño con una película de dos horas de total silencio y oscuridad, pero que termina con créditos luminosos y con el insuperable fondo musical de Mi gran noche.
         Ningún espectador podría abandonar el cine bajo mejor augurio.