
El domingo pasado el delantero sueco del Almería Henok Goitom anotó un gol bellísimo. Uno de esos goles imposibles con los que sueña todo aquel que ha pateado un balón.
A Goitom le bastaron unas milésimas de segundo para inventarse un prodigio. Con unos cuantos movimientos fue capaz de crear un instante fugaz y eterno al mismo tiempo. Por actos semejantes, hace miles de años, nació el germen de la literatura: alguien fue a conquistar tierras y se encontró con un guerrero de la estirpe de Goitom y a su regreso habló de gigantes poderosos e invencibles; de hombres que volaban y tenían poder sobre los objetos.
Ayer, apenas, en un texto de Juan Cruz encontré una exacta definición del futbol del Barcelona: “Juegan como si estuvieran soñando”. Pues eso: Henok Goitom soñó que anotaba un golazo y por fortuna muchos almerienses participábamos de aquel sueño.
Que nadie venga a despertarnos.
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