lunes, 12 de septiembre de 2011

Los brownies, fieles amigos de los escritores

Escribir es un sitio que para mí siempre se encuentra en el futuro. Un lugar que nunca sé si volveré a pisar. Una escalera que puede desmoronarse al siguiente paso.

Nunca he sentido la presencia de la musa ni esa voz que muchos dicen les dicta lo que escriben.

Para mí cada palabra puede ser la última.

Cuando lo que escribo no fluye bien (o cuando me encuentro con un bloqueo) envidio a los escritores que reciben ayudas externas para poder contar su historias. Entonces voy al refrigerador, abro una Guinness y recuerdo con una lagrimita a punto de brotar el caso de los brownies escoceses que ayudaban a escribir a Robert Louis Stevenson.

Los brownies son unos enanos que habitan en los bosques de Escocia. Tiene la piel peluda, ojos azules y poseen, por lo que se ve (y se lee), un gran talento literario.

En un artículo publicado en Scribner´s Magazine Stevenson, autor de La isla del tesoro y El doctor Jekyll y Mr. Hyde, aceptaba que buena parte de su obra fue escrita en realidad por un grupo de brownies amigos: "Hacen la mitad de mi trabajo mientras yo duermo, y con toda probabilidad, hacen también el resto cuando estoy despierto (...) El conjunto de mis ficciones publicadas debe ser producto exclusivo de algunos brownies que tengo encerrados en mi desván, mientras que yo recibo todas alabanzas".

Stevenson también afirmaba que los brownies le enseñaron un concepto fundamental que aplicó a su literatura: la de dosificar la información que el lector debe conocer, irla soltando poco a poco a lo largo del texto, mantener un hilo de tensión invisible que ayude a sostener la estructura del libro.

A cambió de su ayuda los brownies recibían unas cuantas pintas de cerveza. Los enanos y el escritor mantuvieron una relación tan estrecha que los habitantes de la isla de Tuamasaga, en donde se encuentra la tumba de Stevenson, aseguran que los brownies realizan una peregrinación anual desde Escocia para celebrar a su amigo y bailar noches enteras alrededor de su tumba.

Quién tuviera ayudantes así. De cualquier manera hoy por la noche, antes de dormir, abriré una Guinness y la dejaré como ofrenda para algún brownie que ande perdido por estos lares.



Con información de: Enanos y gnomos, Édouard Brasey, Morgana 2000


1 comentario:

Clarice Baricco dijo...

Qué placer leerte aquí. Me acabo de enterar que tienes blog. Gracias. Aprendo.
Abrazos.
G